El Vicario Andrés Moro aporta en la reflexión actual sobre Educación
06 de Octubre de 2021

En el contexto de la discusión de las diferentes comisiones en torno a la asamblea constitucional, surgió la idea de incorporar el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos. En este sensible tema la Iglesia también quiere aportar con su reflexión. En esta entrevista, el Vicario para la Educación, presbítero Andrés Moro, recuerda la responsabilidad eclesial en la tarea educativa inspirada en el Evangelio, la necesidad de conjugar el derecho a la educación y lo que debiera contener la nueva carta fundamental. 

Con más de cuatro años en esta labor pastoral, el Vicario para la Educación comparte lo que podrían ser algunos elementos para una discusión mucho más amplia desde los colegios católicos en nuestro país.

Suele asociarse la presencia de la educación católica en un ámbito más bien elitista. Sin embargo, sabemos que no es así. ¿Cómo contribuye hoy la Iglesia en la educación de los sectores más vulnerables?

“Desde el mismo evangelio Jesús plantea fuertemente a sus discípulos ‘Dejen que los niños vengan a mí’. Por lo tanto, la Iglesia también ha entendido siempre ese mandato del Señor como un desafío, la tarea de educar, en un ambiente -como diría el papa Francisco-, no de proselitismo sino de participación y solidaridad.

Así también, Jesús señala en la parábola del juicio final que ‘lo que le hicieron al más pequeño de los débiles lo hicieron conmigo’. Aquí hay otra mirada, un camino que nos invita a descubrir por qué tenemos que acompañar a los más débiles. Y claramente, dentro de los sectores más vulnerables de la sociedad, los niños y las niñas lo son. La Iglesia ha optado por tener una educación fuertemente planteada ahí.

Ahora bien, han existido distintos caminos pedagógicos. En un momento se entendió que formando a una elite quedaría empoderada para formar a otros. En otro, se ha decidido formar uno a uno, es decir, si preparamos a los niños de sectores vulnerables ellos se convertirán en pares para formar a otros.

Si hoy miramos en concreto la educación en Chile, en particular, en Santiago, la mayoría de los colegios está ubicada en sectores populares, algo que no se publica porque los establecimientos que se dan a conocer son justamente aquellos donde estudió una parte de la elite.

Ante esto queda el desafío de preguntarnos: ¿estudiar en un colegio católico, popular o de un mundo del primer quintil da necesariamente una identidad de colegio católico? La respuesta es no. La fe no solamente se educa sino además se vive”.

En muchos sectores de la sociedad donde escasean los recursos materiales, ¿tienen los padres la opción de elegir la educación de los hijos?

“Desde 1920 con la Ley de Educación Primaria el Estado ha entendido que trabaja colaborativamente con los particulares en el tema de la educación. Así, la educación en Chile partió con pequeñas escuelas aliadas a algunas parroquias, y el Cabildo Metropolitano de Santiago construyó una primera escuela, y en donde la Iglesia también aportó su camino. Aquella Ley reconoce que el Estado no puede llegar a todos, sino que trabaja con todos y todas. Por eso hoy la Educación Católica está abierta a los apoderados que quieran vivirla y el Estado reconoce también la importancia de esta educación como colaboradora de la libertad de enseñanza que hay en Chile”.

¿Cómo se puede conjugar el derecho a una educación de calidad con el derecho de los padres de escoger lo que desean para sus hijos?

“La educación de calidad en Chile tiene que nutrirse de algo que tiene toda comunidad educativa, sea financiada por el Estado, particular o particular subvencionada. Es lo que llamamos el proyecto educativo institucional, la ‘carta magna’ de una comunidad educativa. Ella refleja lo que ofrece la comunidad educativa a las familias que quieren optar por ese colegio.

Por lo tanto, el gran desafío en Chile es que las familias tengan la libertad de elegir, no solamente dónde matricular a sus hijos. Para esto gran parte del país está llamado no solo a discutir en torno al Sistema de Admisión Escolar Único (SAE), sino también, a preguntar a las familias dónde quiere que estén sus hijos. Aquí hay una cantidad enorme de posibilidades. Ahora bien, lo importante es que la familia no solo tiene que hacerse cargo de matricular a sus hijos en su comunidad educativa, sino, sobre todo, de comprender que educar es acompañar, hacerse parte e involucrarse. La comunidad educativa va más allá de profesores y profesoras, alumnas y alumnos, de las entidades de educación. La comunidad educativa necesita un rol activo de los apoderados, de los papás y las mamás”.

Aunque aún no se redactan los artículos de la Constitución, cuando llegue el momento de hacerlo y de discutir la Educación en Chile, ¿qué debería señalar la nueva Carta Fundamental y por qué?

“Cuando la iglesia Católica, otras confesiones religiosas y las instituciones del mundo civil plantean el derecho preferente de los padres sobre la educación de sus hijos, no están en contra de un estado laico o de un Estado no confesional. De hecho, Chile ya tiene una larga tradición de esto; en pocos años más se cumplirá un siglo de la separación de la Iglesia del Estado.

Pero el Estado reconoce a distintos estamentos de la sociedad -incluyendo a la Iglesia y distintas confesiones religiosas-, con un papel importante. Asimismo, tiene que reconocer el papel de la familia y las distintas realidades familiares que son la clave. El colegio no es un reemplazante de las familias, una residencia familiar no reemplaza a la familia, un internado no reemplazaba antes la vida familiar. Se han propuesto distintas instancias pero, al final, la familia, con todas sus realidades que estamos viviendo en Chile, sigue siendo el lugar clave para educar a los niños, aunque pasen mucho tiempo en un colegio. Por eso, incluso los jóvenes que hoy son tan reacios a tantas instituciones incluyendo el matrimonio o como a la misma Iglesia, cuando les pregunta cuál es su gran proyecto de vida, el 90% de ellos sigue respondiendo la familia”.

¿Qué aporte puede dar la Iglesia para la discusión que está abriéndose frente a la Educación?

"En primer lugar, la Iglesia ha aprendido con las dificultades dentro de sí misma, pero también, ha aprendido con la experiencia larga de 2000 años de caminar con los hombres y mujeres de todo tiempo, que necesitamos una vocación de entendimiento y no de enfrentamiento. Quizás lo más importante hoy es poder dialogar teniendo posturas distintas.

A Chile no le hace bien cuando nos encerramos en posturas, miradas economicistas, ideológicas o nuestra mirada no reconoce al otro como una persona con ideas distintas, sino, como contrincante o enemigo.

Creo que la Iglesia y otras instituciones nos alertan permanentemente cuando transitamos por un camino donde tenemos esos conflictos y convertimos al otro en un enemigo a quien destruir, tal como lo vivimos años atrás, consecuencias que hasta el día de hoy seguimos sufriendo. Por no descubrir que el otro siempre será un hermano o una hermana, un ser respetable por estar vivo, y también una persona dialogante con quien conversar.

Pienso que el gran aporte de la Iglesia y de otras instituciones es ayudar a que en el país se genere un ambiente de diálogo, y las escuelas e instituciones educativas tienen también que ayudar en eso. Mientras más aprendamos a dialogar, a conversar, a llegar a acuerdos, después de un diálogo franco, sincero, quizás intenso y apasionado, se deben facilitar los espacios para un diálogo permanente”.

Fuente: Área de Comunicaciones Red Educacional Santo Tomás de Aquino

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